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Ep. 9 La microbiota de Carmen Santamaría

>> ¿Qué tal estás viviendo este momento de tu vida laboral muy potente? (Minuto 3:24)

Yo en general lo vivo todo con bastante normalidad, porque sé que es una profesión con muchísimos altibajos y por eso tengo otra profesión en paralelo, trabajando en el mundo de las multinacionales. De momento, he sido capaz de conciliar ambos mundos. Te diré que no es fácil y que supone mucho trabajo y agotamiento, pero como nuestra profesión artística tiene tantos subes y bajas y a mí me desequilibra tanto esa falta de estructura, que necesito algo que me estructure mucho la vida y, a parte, tengo los extras artísticos, que normalmente vienen como olas.

Igual que hay veces que tengo mucho trabajo en la oficina, ahora tengo mucho trabajo en lo artístico y me encanta, pero de momento no me planteo dejar la oficina tampoco. De momento, todo es conciliable, pero porque tengo una capacidad extraordinaria de trabajo.

>> Debe ser difícil compartimentar y poder estar al cien por cien para todo (Minuto 5:00)

Sí, y también soy consciente de que ese es un factor estresor más. Por eso quiero y necesito estar bien, porque sé que yo no puedo permitirme enfermar y que mi cuerpo no esté a la velocidad que a mí me gustaría, a 140 por hora.

Para eso tienes que encontrarte muy bien. Mi cerebro va muy rápido y yo necesito que mi cuerpo le acompañe y no siempre ha sido así. He tenido temporadas en las que he estado regular y por eso ha sido tan importante para mí todo el cambio al conocimiento de un enfoque más holístico, teniendo en cuenta la microbiota y ser capaz de estar bien cuidándome.

>> ¿En qué momento tomas las riendas de tu salud y decides que quieres ser una paciente empoderada? (Minuto 5:55)

La verdad es que es una posición muy cansada. Animo a la gente a que sea paciente empoderado, pero a veces me imagino lo que debe ser ir a un médico, creer ciegamente lo que te dice, tomarte una pastilla y no pensar en nada más. Esa falta de cuestionamiento yo no la tengo.

Lo que a mí me pasó es que con 25 años empecé a acumular dolencias. Me acuerdo que me empezaron a doler los pies, las plantas. Después empecé a tener un montón de gases. Yo iba a la farmacia y me decían que me tomase Aerored e iba al médico y me decían que masticase más. Pero yo sabía que lo mío no era normal, tenía gases todo el rato, todo, y a nadie le parecía preocupante.

Después me empezaron a doler las piernas enteras, aunque de pequeña ya era algo recurrente, además de tener siempre cuadros de vías altas. También tenía psoriasis y, de pronto, a los 30 años sentía que me degeneraba. Cada año me dolían más cosas y después de cinco años de pruebas me dijeron que tenía fibromialgia y que de aquí en adelante tenía que tomar antidepresivos porque eso me lo estaba provocando yo.

Yo soy la reina del optimismo, yo sabía que no me estaba provocando esto a mí misma, sino que había algo más. Mientras sea un problema, es cuestión de encontrar una solución. Yo iba al fisio dos días a la semana porque me dolía todo el cuerpo, pero ellas me decían que no encontraban nada. Aún así, todas empezaron a preguntar a sus universidades, profesores… y al año me derivaron a un sitio, que eran unas chicas que hacían osteopatía y medicina integrativa. Pero te estoy hablando hace 15 años, te trataban como la loca de la pradera.

Este sitio estaba en Móstoles y tú imagínate lo que era para mí decirle a la gente que el mejor sitio estaba allí, cuando yo vivía en Madrid y se suponía que tenía los mejores hospitales. 

Lo que pasa es que cuando las cosas funcionan, es muy fácil saberlo. Yo tenía un cuadro muy severo, con muchos síntomas. A partir de las seis de la tarde tenía un agotamiento extremo y me tenía que acostar, siendo yo una persona muy activa. Por eso sabía que había algo. Esta chica, entonces, me dijo que tenía una inflamación general brutal y me indicó empezar con probióticos, prebióticos, dieta estricta… Mis amigas recuerdan esa temporada, porque yo a la semana me quería morir; a las dos semanas empecé a renacer y a las tres estaba igual que siete años atrás. En menos de un mes. Fue brutal.

Bromatech probióticos de 4 generación y derivación humana microbioterapia. Carmen Santamaría

Ahí di el primer cambio. Me quitaron el gluten para toda mi vida y es curioso, porque cuando me salto esto y tomo cosas que me sientan mal, me empiezan a doler las rodillas, la espalda… Como ya me conozco, tengo muy claro cuándo me puedo pasar y cuando no. Tuve que escuchar durante muchos años que yo era una loca y que quitar el gluten era una moda y que la suplementación era brujería.

Con el tiempo, apareció en mi vida una doctora, la Dra. Gómez Senent, en el hospital de La Paz, y me hizo un test de permeabilidad intestinal, y ahí se le puso nombre y apellidos a todo y ahí es donde también os conocí.

Yo entonces a día de hoy sé bien qué tengo que hacer a nivel de suplementación. Es un dinero en el que invierto pero es salud y siempre digo, ¿prefieres gastarte el dinero aquí o en el hospital? Porque es verdad que comer mejor es más caro, suplementarse también, ir a médicos como Cecilia Almuíña o Sari Arponen también, pero ¿cuánto te vas a ahorrar de encontrarte mal?

Hay mucha gente escéptica que me dice que total nos vamos a morir todos. Pero es que yo no tengo problema con morirme. El problema está en vivir 20 años de tu vida encontrándote mal.

Y con todo este conocimiento nació mi hijo, antes de haberme yo curado de mi disbiosis y mi hijo la heredó. Él estuvo mal desde el principio. Durante muchos meses, tenía infecciones urinarias, vías altas… Por supuesto, los médicos decían que era normal y yo no me podía creer que fuese así, que un niño que va a la guardería, que toma el pecho… que estuviese siempre tan malo.

Pero este es otro gran problema de la medicina tradicional farmacocentrista, que ha normalizado la enfermedad. Se ha normalizado tener un recién nacido chutado de antibióticos. Y yo ahí estaba menos empoderada, pero a los dos años veía a mi hijo delgado, con unos cambios de humor brutales, con los dientes super débiles… me di cuenta de que tenía un cuadro de celiaquía claro, independientemente de lo que dijesen los análisis.

Entonces, le quité el gluten. Mi hijo no dormía más de una hora seguida, no comía, tenía mucho mal humor… Pues en un mes empezó a ponerse gordito, se le quitó la tripa hinchada que tenía. Cuando volví al médico después de sacarle el gluten, el niño había ganado varios kilos, tenía tono muscular, todo había revertido, el niño comía, dormía, jugaba… Él lo llamó remisión espontánea. Pero eso de espontáneo no tuvo nada. Lo que no se ha hecho es no hacer nada.

Mi hijo no se ha vuelto a poner malo. Tiene un sistema inmune de toro y eso no era así de serio.

>> ¿Es importante tener de mano a profesionales sanitarios que ayuden a entender el mundo de la microbiota? (Minuto 17:06)

Sí, claro, pero ser consciente es un rollo porque ya no le puedes echar la culpa a nadie más que a ti. La realidad es que ahora, después de vacaciones, estamos peor porque nos hemos tomado nuestros helados, nuestras patatas fritas… A mi hijo le he enseñado desde siempre que hay comida que se puede comer todos los días, otra que se puede comer de vez en cuando y otra mala que, preferiblemente, que no se coma nunca.

Ahora, entonces, tenemos que volver al redil, es una cuestión de ir individualizando. Cuando noto que mi hijo tiene algún síntoma, como el dolor de piernas o que tiene más miedo, sé que está con la microbiota desequilibrada. Pero yo, que esto lo tengo muy normalizado, a veces me encuentro con las típicas madres que sobremedican a sus hijos y no les puedo decir que cambien su dieta porque no tienen todo este contexto.

Y con todo lo que sabes, después también aprendes a cómo administrarte, juegas con ello a tu favor según lo que necesitas. En Sky Rojo hemos rodado a 2 grados al aire libre todo el invierno y mientras todos caían enfermos, yo estuve bien, pero no ha sido casual.

Que, ojo, esto no te libra de que en algún momento te pueda pasar algo, pero estás más protegida. Es trabajar en prevención.

>> ¿Qué pensaste de la primera vez que te hablaron de microbiota? (Minuto 23:44)

Yo tengo la suerte o la desgracia de que, si algo me funciona, no me interesa demasiado conocerlo en profundidad. Pero cuando vi lo que era y para cuántas cosas servía y cuando sabes cómo funciona cada cosa, es muy difícil hacerlo mal, porque tienes la responsabilidad de que no te pase factura.

>> ¿Has notado cambios en tu salud con la edad? ¿Notas un plus en la necesidad de cuidarte? (Minuto 26:59)

Claro, es que ahora la gente está tomando hábitos que yo ya llevé a cabo hace años. A mí lo que me falta es deporte, porque viví de las rentas mucho tiempo y de repente te das cuenta de que ya no te puedes agachar igual o que vas a Acuópolis con tu hijo y te la duele cada rato el cuello. Y yo me quiero seguir montando en los toboganes hasta los 60 y para eso tengo que ponerme las pilas, porque el cuerpo por sí solo no va a ir a mejor.

>> ¿Hablando de redes y de exposición pública. ¿Sientes que con todo lo que tú sabes, con lo que tú te has empoderado, que debes hacer de divulgadora en cierto modo? ¿Es agradecido? (Minuto 30:22)

No lo veo agradecido, porque te pones en el punto de mira. Yo, por ejemplo, soy una gran defensora de la lactancia materna y las mujeres que dan lactancia artificial pues ya no me escuchan de la misma manera. Yo puedo respetar todo, pero creo que a veces si tuviéramos todos las suerte de que un científico nos explicase bien en qué consiste un tipo de lactancia y de otra, cambiaría la perspectiva.

Pero no puedes entrar en un debate a ese nivel de profundidad. Ya no te digo el tipo de reacciones que vemos cuando decimos que a mi hijo no le dejamos el móvil, ni las pantallas, que comemos sano… Hay mucha gente que cuando tú planteas estas cosas se siente ofendida porque sienten un ataque. 

Todo lo que sea exponer cosas que uno hace, hay que asumir que las otras personas que no hacen eso se sentirán mal porque aún no hemos llegado a intentar entender. Normalmente, la reflexión es que si dos personas hacemos cosas distintas, es que una de nosotras está equivocada y mejor que sea la otra. Nadie tiene la curiosidad de preguntar más allá.

Para mí estamos en un momento de mediocridad generalizado, en el que la gente lo que quiere es ver reels de gatitos graciosos y bailes de tik tok y en cuanto tú metes algo más profundo, a la gente le cuesta.

En general, tenemos que apostar por los divulgadores y agradecerles su papel porque nos “aprovechamos” de años y años de estudio.

>> ¿Qué le dirías a alguien para animarla a cuidar su microbiota y a ser pacientes empoderados? (Minuto 35:09)

Pues porque vivir en un cuerpo en el que te encuentras mal es muy incómodo. Simplemente por eso. Tener dolor, reflujo, encontrarse mal… es muy incómodo. Encontrarse bien, tener el carácter bien, tener energía… eso se puede conseguir. El irte acostumbrando a estar mal no es una vía. Se puede estar mejor. Y eso va a suponer un esfuerzo, pero va a tener también una recompensa muy directa.

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